Aunque no son corrientes los libros sobre platería, en ocasiones podemos ver alguna revista o catálogo sobre exposiciones o colecciones civiles y eclesiásticas, donde se catalogan las piezas por su valor artesanal dándonos mas o menos información, sacada en su mayor parte de los contrastes. De estos casi nada se ha escrito y ¿quien no ha mirado debajo de una bandeja de plata, o un plato de porcelana con el fin de descubrir algún secreto escondido?.

Mi curiosidad me ha llevado no solo a mirar ese contraste que de algún modo identifica a la pieza, sino además a descifrar el dibujo escondido en esa pequeña marca, en ocasiones de un milímetro cuadrado, y por si no fuera poco, gastado o golpeado por el paso del tiempo.

Podríamos distinguir tres tipos de contrastes.

El primero y por su condición el mas importante, es el oficial, aquel que autentifica la naturaleza de la pieza y que se ajusta a la Ley establecida. Los sellos oficiales o contrastes, solo están obligados en las piezas fabricadas en plata, (no así en otros metales, aunque los fabricantes también los empleen como referencia), de ahí su nombre de Plata de Ley. La ley de la plata no siempre fue igual y según el paso del tiempo se fueron fijando distintas purezas,
O bien se autentificaban con el contraste personal del marcador y esto es lo mas habitual que nos podamos encontrar.

El segundo tipo de contraste, es aquel que nos indica el lugar geográfico donde se ha producido la pieza. A cada provincia se la identifica con su marca.

El tercer lugar tenemos los contrastes que identifican al orfebre o industria que produce la pieza, estos en la actualidad son de carácter obligatorio, junto con el contraste oficial, generalmente se encuentra compuesto por la inicial de su nombre seguido o en otro renglón de su apellido y en ocasiones lo acompaña su propio logotipo.